Apologética Cristiana: ¿Porqué decimos los Cristianos que Dios es bueno?
No es extrañeza ver que entre el pueblo cristiano se diga reiteradas veces que “Dios es bueno.”; “Dios es bueno todo el tiempo.” O la recitación de aquel hermoso Salmo que dice: “… Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.” (Salmos 100:5), pero a la verdad para decir dicha expresión es necesario que tengamos evidencias de que nuestra certeza sobre que “Dios es bueno” tiene sustento escritural y veracidad en la práctica.
Es probable que haya personas que se hagan esta pregunta ¿Por qué decimos que Dios es bueno? El llegar al siguiente cuestionamiento no necesariamente debe de verse como incredulidad, sino que nuestro intelecto demanda una razón para creer, más allá de lo que está escrito en las Escritura. Sabemos perfectamente que el evangelio no es una religión más del mundo, sino que es el poder de Dios para salvar a todo aquel que cree en las buenas nuevas de reconciliación del hombre con su Creador por medio del acto expiatorio de Jesús en la cruz del Calvario (Romanos 1:16), por lo tanto el evangelio de Jesús no nos muestra un sistema litúrgico y de creencias el cual se debe de seguir dogmáticamente, sino que también nos ofrece la experiencia.
El evangelio no es una religión, sino que nos abre las puertas para tener una relación viva, dinámica e interactiva con Dios, y es mediante esta relación que nosotros como creyentes podemos experimentar y atestiguar sin temor alguno sobre las bondades y bendiciones del Señor.
La bondad de Dios es ese atributo en razón del cual imparte vida y otras bendiciones a sus criaturas (Salmos 25:8; Nahúm 1:7; Salmos 145:9; Romanos 2:4; Mateo 5:45; Salmos 31:19; Hechos 14:17; Salmos 68:10; Salmos 85:5) El doctor Howard Agnew Jonhson escribe lo siguiente:
Hace algunos años fui invitado a cierta casa a almorzar, el anfitrión me pidió que diera gracias. Después de pedir la bendición sobre los alimentos, y de dar gracias por los bienes de Dios que teníamos ante nosotros, el dueño de la casa dijo casi con aspereza: “En realidad, no veo porqué esta ceremonia tenga razón de ser, puesto que yo mismo proporcione la comida.” A título de respuesta le preguntamos: “¿Se ha detenido alguna vez a pensar que sí fracasaría la siembra o la cosecha tan solo una vez en el mundo, la mitad de la gente moriría antes de que viniera la próxima cosecha? ¿Y se le ha ocurrido pensar que si la siembra y la cosecha fracasarán durante dos años sucesivos, todos moriríamos antes de la siguiente cosecha?” Evidentemente sorprendido, admitió que nunca había considerado posibilidad tal.
Luego insinuamos que estaba muy equivocado al decir que había proporcionado la comida que se nos había servido. Dios le había concedido la vida y la capacidad para ganarse la vida. Dios había depositado el germen de vida en los cereales y alimentos que empleábamos ahora para alimentarnos, lo cual él nunca hubiera podido hacer. Le sugerimos que había sido un colaborador de Dios, al valerse de las leyes divinas para la provisión de los alimentos que nos ofrecía. Luego le dijimos: Si alguien le diera algo, usted le diría “gracias”. Y si el regalo se repitiera dos o tres veces al día, usted le daría gracias cada vez.
Respondió afirmativamente: “Ahora entiende por qué le decimos “gracias” a Dios cada vez que recibimos sus bendiciones.” Para algunas personas la existencia del mal corresponde un obstáculo para poder creer en un Dios bueno, algunos objetan y se preguntan: “¿Por qué un Dios de amor creo un mundo con sufrimientos?” pero ante tal interrogante debemos de hacer ciertas consideraciones que desligan a Dios de tal maldad, Dios creó seres con la libertad de decidir por sí mismos (libre albedrío) y dicha liberta es lo que provoca la probabilidad eminente de maldad en el mundo. Dios no creo el mal, el mal se produjo del abuso de la libertad de sus criaturas (Satanás, ángeles caídos y la humanidad).
Hagamos a continuación las siguientes consideraciones:
1. Dios no es el responsable del mal: Sí un obrero negligente arroja arena en un mecanismo delicado ¿Debe de culpar por ello al fabricante? Dios hizo todas las cosas buenas, pero fue el hombre quien estropeó Su obra. Si extraemos los sufrimientos del mundo todo lo que es el resultado del pecado y la obstinación del hombre, no quedaría mucho sufrimiento. El que quedará sería producto de los desastres naturales, los cuales dieron inició a partir del juicio que Dios emitió en contra de la tierra a causa del pecado de desobediencia de Adán y Eva (Génesis 3:17), por lo tanto la naturaleza misma está sujeta a vanidad (Romanos 8:20-22).
2. Dios es todopoderoso, por lo tanto el mal que existe es con su permiso: La Escritura dice que Dios es luz y que no hay oscuridad alguna en él (1 Juan 1:5; Habacuc 1:13; Mateo 5:48), es totalmente convincente el argumento en griego; “Y en él no hay oscuridad, absolutamente ninguna.” (1 Juan 1:5), Juan no lo podría haber expresado con mayor fuerza.
Algunos escépticos pueden verse tentados a postular que un Dios Todopoderoso no debería de invertir toda la historia de la humanidad para encargarse del problema de la maldad. No cabe duda que Dios podría liquidar la maldad en un instante, pero esta opción tendría implicaciones definitivas y funestas para todos nosotros. Un pensador ateísta, David Hume escribió lo siguiente con relación a Dios: “¿Esta dispuesto a evitar la maldad, pero no puede? Entonces es impotente. Sí puede ¿pero no está dispuesto? Entonces es malévolo. Puede y está dispuesto a evitar la maldad, ¿Por qué existe la maldad, entonces?”
A como vimos anteriormente el origen de la maldad reside en la libertad de decisión que Dios nos concedió, si Dios nos hubiese creado sin la posibilidad de abusar de dicha libertad, el pecado no existiría, tampoco la maldad, pero no seríamos completamente humanos, sino más bien robots, quienes no seríamos capaces de hacer o decir más allá de lo que ha sido programado en nosotros. Entonces la creación no hubiese sido inteligente, sino programada, Dios no sería bueno, sería un dictador divino. En la actualidad no vivimos en un mundo perfecto, pero estamos en el camino perfecto hacia el mundo perfecto que nos depara después de la muerte por medio de las promesas divinas.
3. Dios es tan grande que hace triunfar el bien sobre el mal: Recordemos que hizo que resultará para bien la maldad de los hermanos de José, Faraón y Herodes, y de aquellos que rechazaron y crucificaron a Jesús.
4. Dios ha organizado el universo de acuerdo a leyes naturales, y estas leyes insinúan la posibilidad de accidentes.
5. Se debe de recordar que este no es el orden perfecto de las cosas: Dios tiene otra vida y una edad futura en la cual reivindicará todos sus hechos. Hasta entonces veremos que “bien lo ha hecho todo.”
Cuando los cristianos decimos que Dios es bueno nos referimos a su bondad. La bondad es la calidad de ser bueno y dicha bondad es la razón por la cual Dios imparte bendiciones a sus criaturas, no ignoramos el asunto de la maldad en el mundo, sino que reposamos confiadamente en que Dios al final de los siglos y las edades erradicará la maldad, o mejor dicho la depurará y se allegará únicamente a aquellos que hemos decidido voluntariamente amarle y apartarnos de toda maldad.
Puede acceder a nuestro estudio anterior, titulado: "La visión de acuerdo a la voluntad de Dios."
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