Para Dios, ¿Qué es la hombría?
En este estudio bíblico podremos notar desde una perspectiva ampliamente bíblica lo que Dios define como una legitima hombría, la cual todo varón debería de adoptar y no el tradicional y ambiguo machismo por el cual muchos varones aun en la actualidad siguen optando por él, creyendo que esta esta es la verdadera “hombría” que debe de caracterizarles.
En la actualidad se puede evidenciar que todos los varones adoptan diferentes estereotipos, modelos o doctrinas con el propósito de poder proyector una legítima hombría en medio de la sociedad en la que se desenvuelve, al igual que en su casa, ante sus hijos y esposa.
Más sin embargo es evidente que muchos de estos varones fracasan en la búsqueda de las cualidades apropiadas de un verdadero hombre, y unos llegan a abrazar aferradamente la ideología del machismo, en donde después se da lugar al autoritarismo.
El autoritarismo es una actitud repulsiva en donde se persigue imponer la voluntad propia a los demás, sea que estos la rechacen o no, después de esto se puede dar lugar a la violencia intrafamiliar, lo cual produce daños físicos, psicológicos, da lugar a traumas y a un sinnúmero de consecuencias que pueden dar lugar a la desintegración familiar.
Lamentablemente en la mayoría de las veces es el “hombre” quien se encarga de dar rienda suelta a tales situaciones, las cuales tienen su raíz de origen en la ideología errada del machismo por parte de aquellos varones carentes de identidad, que fracasaron en la búsqueda de cualidades propias de una legítima masculinidad.
El varón machista es aquel que concibe en su pensamiento la idea errada de ser superior a la mujer y por lo tanto la minusvalora y quiere ejercer autoridad forzadamente sobre ella, en cambio el varón que tiene hombría es aquel el que manifiesta un conjunto de cualidades positivas propias de un hombre, las cuales a continuación daremos a conocer.
El varón machista es incapaz de ejercer como un guía para su familia, de protegerla, de proveerle, de amarla, de instruirla, de ensañarle y encaminarle a Cristo, por lo general puede dejarse guiar por pasiones desordenadas y deseos, se adentra en diferente vicios y es un peleonero y maldiciente por excelencia.
Por lo general el hombre machista puede ser alguien mujeriego, alguien quien defrauda a su esposa e hijos una y otra vez, en el momento que es descubierto siente remordimiento, después que es perdonado vuelve a fallar cayendo de esta forma en una especie de círculo de fracaso, es necesario que el hombre machista se arrepienta y rinda su vida a los pies de Cristo.
El varón machista también carece de la capacidad de poder darle un buen ejemplo a su familia, en incontables veces en vez de actuar como un agente de bendición por parte de Dios para la familia, es quien trae consigo problemas y grandes dolores a la familia.
Referente a las ideologías erradas del machismo y el autoritarismo, la Biblia expresa lo siguiente:
Mirad que nadie os engañe por filosofías y vanas sutileza, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo y no según Cristo.
Colosenses 2:8
Las cualidades propias de un “verdadero hombre” es que tiene la capacidad de guiar a su familia, de protegerla, de proveerle, amarla, enseñarle y encaminarle a Cristo, es quien domina sus emociones, controla sus deseos y pasiones y tiene la capacidad por parte de Dios para enseñorear sobre ellos y no que estos enseñoreen a él.
Es quien ama a su familia, esta genuinamente interesado en el bienestar de su pareja e hijos, dándoles el valor e importancia que ellos tienen, es quien se entrega a si mismo por amor a su familia. Le da el lugar debido a su esposa (Génesis 2:24), le respeta y es hombre de una sola mujer (1 Timoteo 3:2), convive sabiamente con su esposa (1 Pedro 3:7), cumple con su deber conyugal (1 Corintios 7:3), y se compromete a no abandonarla (1 Corintios 7:11).
Protege a su familia (Mateo 24:43), la dirige (Efesios 5:23), sabe gobernar su casa con justicia de Dios (1 Timoteo 3:4), el hecho de gobernar el hogar implica una formación integral en cada miembro de la familia en todo aquello lo cual no ofenda a Dios.
Es quien vela para proveerle a su familia lo necesario (Génesis 3:17-19), en cuanto a provisión le prioriza (1 Timoteo 5:8), no provee solo dinero sino también tiempo, amor, cariño, atención, en pocas palabras debe de darse a sí mismo para su familia.
Un varón con legítima hombría es guiado por los mandamientos de Dios (Proverbios 6:23), se somete fielmente al Señorío de Cristo (1 Corintios 11:3), ejerce su autoridad en el temor de Dios (Efesios 5:21), guía a su familia a una relación con Dios (Josué 24:15; Jueces 2:8-15; Hechos 16:31-34), asume la responsabilidad de administrar y mantener una comunión activa con Dios y la bendición de Dios en el hogar (Cf. 1 Crónicas 13:14).
Todo varón que dice profesar una legítima hombría debe de verse obligado a sí mismo a cumplir con lo anteriormente descripto, realmente no es una ley para llevarlo forzadamente al cumplimiento, sino que debe de existir en el varón un legítimo interés de velar por el bienestar de su familia, y de querer adoptar un modelo de hombría que agrade a Dios.
La legítima hombría se manifiesta a través de relaciones matrimoniales y familiares de muy buena calidad, en donde no existe el temor, ni el egoísmo sino que se percibe el amor, la unidad, la armonía y sobre todo se deja ver evidentemente la Gracia de Dios operando a favor de tal núcleo familiar.
Como hombres debemos de retarnos en mejorar cada día más hasta el punto en donde nuestros hijos deseen ser como nosotros, nuestras hijas deseen casarse con un varón que tenga cualidades similares a las nuestras y nuestras amadas esposas lleguen a sentirse dichosas por haberse casado con un maravilloso hombre como nosotros.
Como varones procuremos adoptar la hombría que Dios demanda en nosotros desde una perspectiva ampliamente bíblica. Sí usted quien lee este post es mujer, puede compartirlo con su esposo.
Le invito a que comparta este estudio bíblico en sus distintas redes sociales, para que así la luz de la Palabra de Dios ilumine cada vez a más y más almas. ¡Dios te bendiga!
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Puede contactar al autor: Kevin H. Dávila.
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